martes, 5 de abril de 2011

Pensando pasada la media noche.

Pasada la media noche me di cuenta que no quiero ser un amigo de cualquiera ni una cualquiera de un amigo.  Me di cuenta que aunque me gustan las copas chocando anunciando un buen brindis no me gusta que cualquiera haga un brindis conmigo.
   Eso de los amigos que vienen solo para solucionar una necesidad que se presenta no es lo mío. Aunque gusto de conocer mucha variedad de gente solo sirvo para atender a un solo tipo, aquellos que se sirven agradecidos pero que antes de sentarse a disfrutar atienden a que les invitado esa copa de vino.
Me gusta tener  conocidos y disfruto de charlar con ellos, pero solo a pocos me gusta considerarlos amigos. Me gustan los encuentros casuales con gente que te conoce tanto o más que tú, me gusta que el amigo sepa la razón de porque eres su amigo y honre a su vez que tú lo seas.
Disfruto pasar las noches no con aquel que necesita que le rasquen y te rasca esperando que tú tengas la misma comezón y que retribuyas el favor. Me gusta que me hable con palabras dulces y con apodos construidos de la rutina de conocerte, del placer de llamarte de forma que solo califique lo que tú eres y los desvaríos que solo uno comete. Que te llame de tal forma que enaltezca todo aquello que le haces sentir. No con mundanos sobrenombres sobre explotados que le vienen a cualquiera pero que no hablan de nada ni de nadie realmente.
Me gusta que el amigo venga a mi cuando quiera pero que cuando lo haga lo haga no porque no hubo más a quien visitar si no porque no deseaba a nadie más para hacerlo.
No me gusta nombrar amigo al conocido, porque casi siempre da lo mismo que sea tú el que se sienta a su lado, porque te llama como ha llamado a otros y peor aún porque no habla nada de sí mismo no por evitar ser egoísta y frívolo si no porque no quiere ser él de forma personalizada solo desea ser un él sin realmente ser algo a que conocer.
Finalmente cuando se resuelve la situación de dos sujetos buscando acabar con una necesidad sin más conexión que eso.  Se queda uno ahí, sintiéndose tan solo un reflejo, algo que no se es pero que no falta que sea como realmente es porque a nadie le interesa.
No me gusta  hablar a larga distancia si no hay algo personal para hablar porque es como hablar a una pared o con una revista que aunque diga mucho no dice nada reamente.
Pero cuando la llamada la hace una voz llena de personalidad, llena de cariño y de ganas de conocer lo que no le es conocido, por más lejos que se esté, por más ausencia que exista por mas imposible que sea el saber de quién y de donde viene. Siempre es un gusto escucharla.
Así que cuando me encuentro con un conocido que sabe ser un amigo, que sabe cómo decir las cosas que uno espera oír para entonces poder contestar como desea el otro que le contesten. Espero mucho de ese amigo y a la vez no espero nada. Y cuando nada se me da. Nada doy.
hoy ya siendo casi las dos de la madrugada decidí que no quiero al amigo que no sabe ser personal e involucrarse conmigo en algo tan impersonal como una simple charla.

2 comentarios:

Serge Anton dijo...

Oye que bonito texto, me gusto muchísimo, lo sentí tan personal que hasta me llegó.. Vaya que tus textos siguen progresando, en su redacción y en su compromiso por su expresión.

Algunas personas son a veces tan intensas que en su expresión desvarían o exageran el dialogo que expresan, algunas mas se sueltan en la confianza y nombran la amistad como algo mas vano, otras aun mas intimas, aprecian el conocer a alguien con valor..

saludos

Señorita lluvia dijo...

aprecio mucho tu comentario, gracias, cualquier sugerencia o simplemente conversar sobre lo leido, siempre es algo que reditua mas aun en el corazon. te mando un saludo tambien.