Después
de tres años de poner a sus pies mi corazón, de que lo hubiese pisado hasta
sacar el color rojo carmín y deslavarlo aun anaranjado perdido; me manda un
mensaje, ¿qué crees? me voy a casar. Parálisis de corazón, devastación; la mano
contiene lo que los ojos no, lagrimas. Me lo imagine, que seas muy feliz, fue
la respuesta. Así se cierra un ciclo en mi vida tormentoso así también, fluye
en mí el dolor sobre la herida que formaba una débil tecata tratándose de hacer
cicatriz. Me inunda el por qué?, porque no se dio lo mío, porque no me amo,
porque lo conoci, porque, porque, porque, porque duele tanto, porque no puedo
respirar. Quisiera que todo se detuviera, quisiera ser perfecta para él, pero
aunque lo intente jamás lo fui, él tampoco era para mí pero parece no
importarle al corazón. Sin embargo yo puedo ver que él está donde debía estar,
con la gente que debe estar. Trato que la visión de que es feliz ocupe lo
suficiente para no romperme en pedazos a llorar. Qué más puedo hacer?, no puedo
ser quien no soy, no solo físicamente arrastrando ya despojos de lo que alguna
vez fui, si no que me faltan las fuerzas mentales. Desanimo, desilusión y todo
lo opuesto a lo que alguna vez sentí por él. Si tan solo pudiera deshacerme de
las imágenes, de su pecho, de sus abrazos, de sus sonrisas de las cual nunca
fui participe solo espectador aun así, tanto calor y hoy tanto frio, siempre
fue frio pero mi esperanza como un radiador llenaba hasta el último lugar de
calor.
Adiós,
quise decirlo pero sobraba, adiós qué? Nunca fuimos nada, adiós tengo que
fingir que haz muerto porque si no, seguiría creciendo los sentimientos. Es
triste tener que decirle a dios a quien creí que sería lo que tanto soñé e imagine. Resignarse es lo único que queda de lo que jamás
existió.
Después
de golpe viene la resignación al final dicen que cuando se cierra un ciclo se
abren tres nuevas puertas, ojala sea así.
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