viernes, 18 de febrero de 2011

Pies anclados..

Sabrá tu alma lo que fue amar, encontrara dicha, encontrara hogar.
Hablaran los años en tu rostro y tus cabellos blancos de amor sin tristeza
De salidas y vuelos plenos; escucharan los nacidos de ti y los hijos de ellos
Historias sin descontento, felicidad y noches sin desvelos
Serás planta fija, hermosa, resistente y bella, pero al fin,
siempre enraizada al mismo lugar que la vio crecer,
sin levedad en los pies que le hagan sentir deseos de partir.
Germinaras ahí, como lo hizo tu padre y tu abuelo,
no conocerás tierras nuevas ni humedades extremas.
No sabrás nada más que lo que sabes ahora, ahí anclado tú, con los tuyos.
Abra de ser mi historia más turbia, más fría y quizás más negra.
Y se sabrá de mí, Por algún escrito porque no habrá ninguna descendencia que muestre lo que fui.
Leerá el mundo mis besos en vuelo y que nunca me permití ser siembra de un solo suelo.
Serán testigo silencioso de mi naturaleza gentil, y me verán partí y regresar. Ir y venir.
Disfrutaran de los mundos que conocí, germinara en ellos un amor a las andanzas
y a las letras que cuentan lo vivido.
Y al final en nuestra noche de partida, solo uno sacara lágrimas más allá de la consanguinidad,
Solo a uno se le llorará y se le recordara no solo por lo que fue si no por lo vivido.
Seré pues entre nosotros dos quien tendrá la luna entristecida el día de nuestra partida,
Seré yo, quien escuche los violines en tono bajo.
Porque finalmente el mundo no llora a los que se conformaron,
No sabe de recordar a los que nunca fueron por algo más de lo que fueron en su nacimiento.
Así pues hasta ese día, ahí tú…y en algún lugar yo…

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